lunes, 22 de julio de 2019

FESTIVAL DE JAZZ 2019





Jazzaldia, nombre con el que se conoce al Festival de Jazz de San Sebastián se ha convertido para mí en una de las citas imprescindibles para no ausentarme de la ciudad.

Este año me gustaría que fuese un punto de encuentro con amig@s a los que hace tiempo que no veo. Como la mayoría estamos en época de crianza de niños es probable que nos juntemos en alguna de las actividades que se diseñan para los más jóvenes, en el Txikijazz (http://txikijazz.com/es/), que van desde talleres musicales, de construcción de instrumentos, bailes, pintada de caras hasta conciertos. No hay nada mejor que tirarse en la alfombra verde y escuchar música de calidad. Además desde que contamos con el estupendo edificio de Tabakalera las actividades se comparten con el Kursaal.

Pero si me centro en el entorno, un marco incomparable es la Playa de la Zurriola sobre la que se levanta el escenario verde, el más grande. Anocheciendo, al ritmo de la música la ciudad se va iluminando y desde la arena vemos como aparecen pequeños puntos de luz en el Monte Ulía, que seguro también escucha.

El mar va desapareciendo y la música se crece y se diluye en el espacio abierto que es la playa y sabe, sí, la música sabe, nos sabe a agua con sal.

En otras ocasiones he podido disfrutar de conciertos como los de "The Communards"  "Gloria Gaynor" o "Jamie Cullum" que por cierto vuelve esta edición.

Y me encanta pasear por el área del Kursaal y visitar los diferentes escenarios; es un lujo al alcance de todos. Los conciertos gratuitos se suceden y los privados se dejan para los escenarios tradicionales como el propio Kursaal (en el interior), el teatro Victoria Eugenia, la Plaza de la Trinidad (por ejemplo con Diana Krall) pequeños locales de copas etc... pero además hay otros escenarios repartidos por la ciudad y en los que podremos ver otras actuaciones  gratuitas (https://www.sistersandthecity.com/agenda/heineken-jazzaldia-extra/).

Los músicos callejeros también están presentes y no me suelen dejar indiferente; llegados de cualquier parte del mundo ponen su granito de arena y su música, muchas veces de gran calidad.

Los escaparates de algunas tiendas se decoran con la temática del festival y hasta se elaboran algunos pinchos imaginados para esta ocasión.

Ya sólo nos faltaba Woody, no el de Toy Story sino Allen que también estos días rueda su última película en Donosti. ¿Sonará su clarinete en algún lugar de forma espontánea? Quién sabe...

Esta semana la ciudad estará llena se sorpresas...


miércoles, 22 de mayo de 2019

CONSTRUCCIÓN VACÍA



Una ventana recorta el cielo donostiarra.
Metal de Oteiza y azul difuminado.

Como un recortable se alza la figura sobre un mar que no está.

Mientras tanto los niños juegan con sus sombras frías y tocan
y se mueven, partiendo en dos la escena.

"Construcción Vacía"
Jorge Oteiza
Paseo Nuevo
San Sebastián

http://www.esculturaurbana.com/paginas/ote001.htm

sábado, 11 de mayo de 2019

EL OJO DEL TAMARINDO







Lo que sabía del TAMARINDO es que se trata de un fruto tropical muy usado en la cocina asiática y latinoamericana.

Yo principalmente lo he tomado como AGUA DE TAMARINDO y como PALETAS DE TAMARINDO, que es agua congelada. Delicioso.

Además es un fruto con muchas propiedades saludables entre las que destaco  que es calmante y anti inflamatorio y además contribuye al colesterol bueno y la presión arterial.

Sin embargo en Donosti he podido mirar a través de un TAMARINDO, el tipo de árbol que encontramos en la Plaza de Alderdi Eder, junto a La Concha y al Ayuntamiento.

¿Y qué es lo que he podido ver a través de su particular tronco? pues la barandilla emblemática de La Concha y el mar, ni más ni menos.

Este ojo alargado que nos regala el TAMARINDO de forma caprichosa se ha convertido en un punto de mira, en un encuadre único que aporta a la visión materia y textura.




Si abrimos el foco podemos ver acción, tal vez algunos paseantes que van y vienen disfrutando del paisaje que ofrece la bahía.

Aunque se acepta el nombre de TAMARINDOS son en realidad TAMARICES. Resulta que son resistentes a los vientos y a la sal del ambiente marino. En esta plaza fueron plantados en el año 1885 y requieren de podas asiduas pero no radicales según dicen los expertos.

Cierto día que andaba por allí una amiga se pegó en la cabeza con una de sus gruesas ramas retorcidas y leyendo algunos artículos resulta que hay cierta polémica con este tema. Y sí, hay que tener cuidado y no despistarse cuando uno pasea por aquí pero no por ello se debe cambiar este fantástico entorno.

En esta época del año su parte verde apenas empieza a aparecer pero en un par de meses estarán tupidos, en pleno esplendor para volver a fotografiarlos.





De algunos ejemplares han tenido que ser unidas las bifurcaciones de sus troncos y duele verlos retenidos por gruesos hierros y tornillos pero sin ellos se abrirían como los pétalos de una rosa que empieza a marchitarse.

Aún así son muy bellos y parecen esculturas naturales.
Yo invito a que no sólo se camine por el paseo de La Concha sino que se dediquen unos minutos a adentrarse entre estos árboles.